Tomamos un tren y llegamos a Bélgica (Brujas y Bruselas). Son
ciudades que se pueden recorrer en un día pero en ese día te olvidas del mundo
y vives un cuento de hadas, yo me sentí caminando en los pueblesitos de navidad
que hacen Mama, Papa, Tío Fidel y Tía Jetty. La naturaleza y el aire que se
respira en Bélgica creo que no se pueden describir en dos o tres líneas.
Comimos los mejores waffles con Nutella y increíblemente no compramos
chocolates (esa fue la excusa que use para tener que volver).
¡ LLEGAMOS A PARIS! Y nos juntamos con los que faltaban para
que las navidades fueran más cálidas lejos de los de nosotros, Amelia y Edgar.
Paris esconde tantas cosas, La Torre Eiffel, Arco de Triunfo, la catedral de
Notre Dame y como no todo lo que brilla es oro, los franceses odiosos. Luego de
tomar el tren por 5 horas (una delicia, en este había vagones en los que indicaban
que no se puede hablar o hacerlo muy bajo) fueron 5 horas de sueño pero la voz
de papi no me dejaba tranquila diciéndome: “disfruta
el paisaje mi hija” y cuando abrí los ojos me sentí en la isla!! Íbamos
camino al Sur de Francia y la mejor decisión que hicimos fue hacer ese trayecto
en tren, cuando vi el mar azul, sol y el cielo despejado no lo podía creer(como
cambia la historia, una mujer que tenía 24 años de su vida visitando la playa
cada fin de semana). Visitamos Nice, Cannes y Mónaco. Mónaco es de película,
nada más falto encontrarnos a James Bond dentro del casino.
La última parada fue en Milán, la ciudad de la moda. Duramos
4 días en los cuales uno fuimos a Bergamo y otro día a Venecia, mi Venecia.
Dimos el típico y romántico paseo en góndola y caminamos todas sus calles, creo
que Venecia no es de este mundo (bueno, ni Venecia ni Londres). Y esa fue
nuestra primera navidad como esposos, en la que fuimos felices.
Pero nos faltó lo siguiente:
1.
El olor a puerco asado en los trenes (ya que no había
carros públicos y/o Paradores en la carretera).
2.
Ver el tren lleno de mujeres en redesillas y
rolos o simplemente escuchar un perico ripiao .
3.
Pastelitos con queso, quipes y pasteles en hoja
(a Mario, porque quien se come un pastel en hoja come lo que sea).
4.
Ese animo que tenemos los dominicanos para que la
navidad sea una fiesta desde el 5 de diciembre hasta el 2 de enero no se
encuentra en ninguna otra parte del mundo!.
Pero lo que más nos hizo falta fue pasar este tiempo con ustedes, con nuestra familia.
Celebrar el 24 de diciembre sentados en casa de Abuelita o en La Vega, sentir el calor de la familia. Abrir juntos los regalos el 25, el angelito y las ocurrencias de Tío Cayo. El calentao del otro día y la tranquilidad de Jarabacoa; esas son cosas que por más impresionante que sea Europa o cualquier parte del mundo no se compara con compartir esta fechas con sus seres queridos.
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